El pasado fin de semana ha comenzado a disputarse el Rugby Championship; la primera jornada se cerró con las victorias de Nueva Zelanda sobre Australia y la de Sudáfrica frente a Argentina.
El 27-19 a favor de una Nueva Zelanda a medio gas retrató las carencias de Australia (cuya inoperancia ofensiva resultó preocupante) a la hora de dominar los partidos. Se supone que una selección que tiene en sus filas a: Will Genia, Berrick Barnes, Digby Ioane, Adam Ashley-Cooper, Kurtley Beale, Anthony Fainga'a o David Pocock debería generar un caudal de juego ofensivo capaz de poner en serios problemas a cualquiera de sus rivales; incluidos los actuales campeones del mundo.
Nueva Zelanda tiene un grave problema; se ven tan superiores al resto de los equipos que tienen problemas de esfuerzo y concentración a lo largo del partido. En condiciones normales les resulta suficiente dedicarse a frenar las acometidas rivales para, en un momento determinado, montar una contra o generar una superioridad sobre la defensa rival que normalmente termina en ensayo y a partir de ahí gestionar de nuevo su ventaja esperando el error rival.
Da la sensación de que la selección australiana tiene más nombres que nivel real y los neozelandeses son un bloque que está por encima de los nombres desde que consiguieron proclamarse campeones del mundo.
Veremos si hay revancha el próximo fin de semana.
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